El Dilema de la Vanidad en el Ministerio de la Iglesia
La iglesia cristiana, a lo largo de los siglos, ha sido un faro de esperanza y salvación para millones de personas. Sin embargo, en tiempos recientes, se ha observado una tendencia preocupante: la propaganda vanidosa del mover del Espíritu Santo. Este fenómeno se manifiesta cuando líderes y ministros cristianos buscan reconocimiento, crédito y estatus a través de acciones que, en teoría, deberían glorificar a Dios, pero que en la práctica terminan exaltando al individuo.
Soberbia y Vanagloria en los Cristianos
La soberbia y la vanagloria son pecados que pueden infiltrarse silenciosamente en el corazón de cualquier creyente. Cuando los líderes cristianos comienzan a centrarse más en cómo Dios se mueve “a través de ellos” y menos en Dios mismo, se corre el riesgo de desviar la atención de la congregación hacia el ser humano en lugar del Creador. Publicaciones como “Dios se movió en el culto”, “Noche de milagros, ven y únete a nosotros” o “Servicio de poder y gloria” pueden ser indicadores de una búsqueda de validación personal más que de una verdadera adoración.
El Comportamiento de Líderes en Busca de Reconocimiento
Estos líderes a menudo utilizan plataformas públicas para promocionar eventos y servicios que destacan sus propios ministerios. Una estrategia común es pedirle a la congregación que venga “con la expectativa de recibir milagros” o “con fe en que algo grande va a suceder”. Si bien la expectativa y la fe son componentes importantes de la vida cristiana, este tipo de discurso muchas veces tiene el objetivo oculto de preparar psicológicamente a las personas para responder emocionalmente a lo que los líderes presentarán como evidencia de su “unción especial.”
En otras palabras, lo que se busca es preparar a la audiencia para que cualquier manifestación, testimonio o palabra motivacional se reciba como una gran revelación o milagro. Este enfoque puede crear un ambiente donde las predicaciones exageradas y las declaraciones vanidosas sean aceptadas sin cuestionamiento, aumentando la percepción del líder como una figura única y ungida.
El Cristiano Narcisista
El narcisismo en el contexto cristiano es particularmente peligroso porque puede disfrazarse de espiritualidad. Un cristiano narcisista puede constantemente insinuar cómo Dios se mueve alrededor de ellos y cómo son utilizados divinamente, creando una imagen que no les pertenece. Este comportamiento no edifica en la verdadera santidad y consagración a Dios, sino que alimenta un mundo vanidoso que busca validación humana.
Al enfatizar el “mover del Espíritu Santo” en términos grandiosos y cargados de expectativa, estos líderes no solo desvían la atención de Dios, sino que también moldean la experiencia espiritual de las personas de manera artificial, diseñada para resaltar su propia influencia.
Dios Conoce los Corazones
Es fundamental recordar que Dios pesa los corazones (Proverbios 21:2). No podemos ocultar nuestras verdaderas intenciones ante Él. La autenticidad en nuestra relación con Dios y en nuestro servicio a los demás es esencial. Cuando Dios realmente se mueve, su obra se divulga por sí misma. No es necesario agendar o promocionar el mover del Espíritu Santo; cuando es genuino, la gente naturalmente hablará de ello, y el impacto se extenderá de manera orgánica.
El Ejemplo de Jesucristo
Jesús, durante su ministerio terrenal, no buscó publicidad para sí mismo. No andaba publicando sus milagros ni promoviendo eventos para atraer multitudes. Su enfoque era claro: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Su misión era llevar a las personas a una relación auténtica con Dios, no ganar popularidad o reconocimiento humano.
La Verdadera Predicación del Evangelio
La esencia del evangelio es sencilla y poderosa: creer y arrepentirse. Invitar a otros a la iglesia debe ser con el propósito de que oigan la Palabra de Dios, no para inflar números o impresionar a otros con la magnitud de nuestros eventos. Debemos dar propaganda al mensaje de salvación, no a nuestras propias capacidades o logros.
Advertencia Bíblica contra la Vanidad
En Mateo 23:5-12, Jesús advierte contra aquellos que hacen “todas sus obras para ser vistos por los hombres”. Él señala la hipocresía de los líderes religiosos que buscan los primeros asientos y aman ser saludados con títulos honoríficos. Jesús enseña que “el que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” y que “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Esta enseñanza nos llama a la humildad y al servicio desinteresado.
La Verdad del Mover de Dios
Cuando el mover del Espíritu Santo es real, no requiere propaganda humana. La autenticidad de un avivamiento se refleja en la transformación de vidas y en el testimonio natural de las personas, no en anuncios grandilocuentes ni en expectativas manipuladas. Los líderes que promueven servicios como si fueran espectáculos milagrosos deben preguntarse si están realmente sirviendo a Dios o a su propio ego.
Conclusión
La iglesia está llamada a ser un reflejo de la humildad y el amor de Cristo. Los líderes y ministros deben examinar constantemente sus corazones y motivaciones, asegurándose de que sus acciones glorifiquen a Dios y no a ellos mismos. La propaganda vanidosa del mover del Espíritu Santo es una trampa que puede desviar tanto a líderes como a congregaciones de la verdadera esencia del evangelio.
Recordemos que nuestra validación no proviene de la aprobación humana, sino de Dios. Al centrar nuestras vidas y ministerios en Él, evitaremos caer en la vanidad y la soberbia, y podremos ser verdaderos instrumentos de su amor y gracia en el mundo. La predicación debe ser sencilla: invitar al arrepentimiento y a la fe en Cristo, dejando que el mover de Dios hable por sí mismo.