Jonás y Nínive: mensaje de 40 días y arrepentimiento

Un profeta, ocho palabras y 40 días de advertencia: Jonás recorre Nínive con un mensaje sin adornos; el rey y el pueblo se humillan, y el juicio de Dios se detiene por un arrepentimiento real.

Jonás y Nínive: mensaje de 40 días y arrepentimiento
Jonás a la orilla del mar, con el barco tras la tormenta: el llamado que transformó Nínive en 40 días.

El Profeta Jonas

Muchos conocen la historia de la Biblia del profeta Jonás. La Escritura dice que, en aquel tiempo, la palabra de Jehová vino a este siervo de Dios para llevar un mensaje a una ciudad llamada Nínive, capital de Asiria (hoy Irak). La maldad había llegado a su límite, y Jehová habló al profeta Jonás para que fuese a esa ciudad con un mensaje muy perturbador.


Idolatría y crueldad de Nínive

Nínive practicaba la idolatría y adoraba a otros dioses, como Astoret (Astarté), una deidad cananea. Los ninivitas eran crueles y sanguinarios, dados a la rapiña. Jehová, el Dios de los hebreos mencionado en la Biblia, decidió hacer juicio para poner fin a este mal.

Idea clave: Cuando la iniquidad “llega a su colmo”, Dios levanta voz de juicio para llamar al arrepentimiento.


La ciudad de Nínive

La Biblia dice que el profeta Jonás finalmente emprendió su camino hacia aquella ciudad, que tenía unos 60 kilómetros de anchura, y entró por sus puertas; también afirma que era una ciudad de tres días de viaje para cruzarla a pie.

Los ninivitas se distinguían por su cultura y por una vestimenta parecida a la de los babilonios; por eso, al ver a un hebreo entrar por sus puertas, sabían quién era por su modo de vestir.

En aquellos tiempos, el pueblo hebreo tenía mucha consideración y seriedad, porque sabían que, cuando un profeta entraba en una ciudad de su país, generalmente era para llevar a cabo juicios. Por ello, temían la visita de un profeta.


Cuando llegó el profeta Jonás: un mensaje directo

Entonces, cuando llegó el profeta Jonás a la ciudad, empezó a pregonar contra ella el mensaje de destrucción que Jehová Dios le había mandado. Uno de los detalles es que Jonás nunca llegó diciendo: “Jehová Dios te ama; Jehová Dios te acepta tal como eres; Jehová Dios es paciente y solo ve lo de adentro; lo de afuera no importa”. Estas expresiones pueden tener su lugar y momento, pero para las personas adecuadas. El profeta Jonás solo decía:

“De aquí a 40 días Nínive será destruida.”

Estas ocho palabras las repitió mientras cruzaba toda la ciudad durante tres días.

El profeta no tuvo que suavizar ningún mensaje, como hoy lo hacen muchos predicadores y profetas autonombrados por no ofender; no hay disciplina, y todo es “azucarar” la Palabra de Dios, cuando la Biblia dice que somos la sal de la tierra. El profeta Jonás no hizo nada de eso: fue un mensaje directo, sin adornos. Y fíjate lo que sucedió.

Destacado: La verdad sin adornos produce lo que el maquillaje espiritual no logra: convicción y arrepentimiento.


El arrepentimiento de Nínive (Jonás 3:6–10)

6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza.
7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
8 sino cúbranse de cilicio, hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente, y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.
9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.


Conclusión y reflexión

Si pensamos y revisamos un poco, descubrimos que, en aquel entonces, la ciudad estaba llena de maldad, idolatría, crueldad y pecados inmorales. La diosa Astoret era una diosa de fertilidad y guerra, y —según se creía— podía presentarse como masculino o femenino. Este dios prostituía a las mujeres, etc.

En el tiempo del llamado a Nínive, el profeta Jonás radicó hacia el 760 a. C., unos 250 años después del reinado del rey David. Ahora bien, el tiempo del pueblo hebreo en Egipto fue entre 1543 y 1292 a. C.. Cuando Jehová Dios ejecutó aquel juicio terrible sobre los egipcios, desestabilizando toda la nación y dejándola en ruinas, las naciones de alrededor se enteraron de lo que el Dios de los hebreos había hecho a Egipto con sus plagas, hasta el tiempo de los ninivitas.

Si miramos más en profundidad, aunque los ninivitas eran idólatras y sanguinarios, sabían quién era Jehová, el único Dios verdadero, porque el juicio sobre Egipto se conoció por todo el mundo. Entonces podemos ver qué rápido dejaron la idolatría en esta ciudad de 120.000 habitantes: no pasó ni un mes y hasta los animales fueron obligados a ayunar con ellos, y su vestimenta cambió a cilicio. Para todos los que dicen que la vestimenta no tiene nada que ver, cuando una persona hace una conversión total a Dios, no necesita que le estén predicando constantemente cómo vestir para agradar a Dios; eso lo maneja con el discernimiento del Espíritu Santo, sin ningún problema.

Y entonces, toda una ciudad, junto con su rey, ayunó y se convirtió a Dios. Cuando llega el juicio de Dios, no importa qué religión tengas: en ese momento reconocerás quién es el verdadero Dios. La Biblia dice que, en el día de la ira, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. Ese día no importará qué creencia tengas: todo el mundo reconocerá que Jesucristo es Dios.

En conclusión, la Biblia dice que los ninivitas de ese tiempo juzgarán en el día del juicio. El que se humilla delante de Dios, Dios lo enaltece. Ven a Jesucristo, acéptalo en tu corazón y vive la Palabra del verdadero Dios, antes de que sea muy tarde, porque viene un gran juicio a la tierra y nadie podrá escapar de la ira venidera.

Llamado final: Arrepiéntete hoy, vuelve a Jesucristo y permite que su Palabra transforme tu vida.

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